miércoles, 10 de julio de 2013

Anubis Wolfen


LOZALIZACIÓN: Acorazado Imperial 'Fortaleza del Orgullo'. Sala de planificación

TRIPULACIÓN: Tropas de Desembarco Elysianas. Cantidad exacta bajo secreto

RUMBO: -Secreto-

Anubis Wolfen aguardaba en la sala de planificación del Fortaleza del Orgullo, en la habitaciones personales del Comandante, esperando a que llegara éste y su séquito para organizar la batalla venidera. Se encontraba oculto en el espacio entre un armario y la pared. Esta localización, junto con su sistema de camuflaje, le harían casi imposible de detectar.

Antes de entrar en la habitación, Wolfen había hecho unos pequeños preparativos. En primero lugar, había cortado la conexión del pulsador de alarma de la habitación con el sistema de la nave. Además había hackeado la puerta para que sólo se puediera abrir y cerrar una vez más antes de bloquearse. Una vez sus prsas hubieran entrado en la estancia, no podrían salir.

Venga, deprisa.

Apenas unos instantes después de haber pensado esas palabras, la puerta automática se abrió y ocho personas entraron. Anubis giró la cabeza para mirarlos. Cuatro guardias imperiales con rifle láser. A juzgar por sus cicatrices y su actitud, era veteranos de muchas batallas. Los otros cuatro eran el propio Comandante, un alto Comisario, un consejero y un tecnosacerdote.

Patético.

Anubis aguardó a que se sentaran a alrededor de la mesa y se pusieran hablar. Ni siquiera se molestó en prestar atención en la conversación. Seguramente serían planes para la batalla venidera, o quizá asuntos más banales. En cualquier caso,  poco le importaban. Esperó unos minutos, y después habló en voz alta.

"Comandante Garry Tyrell? Tengo un mensaje para usted." dijo con su voz pausada y grave.

Hubo un instante de momento, tras el que los cuatro se levantaron de la mesa y desenfundaron sus pistolas. Los guardias miraron alrededor, pero no pudieron localizar al intruso. Uno de ellos se acercó a la puerta y pulsó el botón de apertura.

"Comandante, está bloqueado."

El comandante emitió un gruñido de fastidio, y de dos zancadas se acercó al botón de alarma y lo pulsó con el cañón de la pistola, con una pequeña sonrisa.

No sucede nada.

"Jackson, abra el panel y hacekee la puerta." dijo, señalando con un dedo al soldado, que de inmediato se puso a la tarea.

"Comandante Garry Tyrell." repitió Anubis. "Por lo que tengo entendido tienen planes para atacar el planeta Silcán. De hecho, esta nave de dirige hacia allí en este momento. Represento a una persona que tiene ciertos intereses allí, y no le gustaría que metiera sus sucias narices. Así pues, le ofrezco perdonarle su vida y la de sus hombres a cambio de que cancele el ataque. Tiene diez segundos para decidirse."

Dijo todo el mensaje de una sóla vez y sin pausas. Silcán era un planeta pequeño y rocoso, que era usado por los Hijos para abastecerse de minerales. No era particulamente importante, pero si se podía mantener al Imperio alejado, mucho mejor.

Todos los humanos se quedaron quietos un instante. El comandante fue el primero en reaccionar.

Nueve

"Con quién te crees que estás hablando?!" gritó, mientras una vena en su sien comenzaba a latir. "Te metes en MI nave. Amenzas a mis hombres y a mi mismo. Exiges el cambio de unos planes que no dependen de mi. Y ni siquiera te muestas!"

Cinco
 
"Jackson, abra la maldita puerta! Y tú muéstrate, zurullo de ogrete!  Quién te envía? Habla!"

Dos
 
Otra pausa. Los soldados miraban a todas partes, pero el dispositivo de camuflaje de Anubis era casi perfecto. Jackson se afanaba en el panel, mientras por la frente le caía el sudor. El único que no parecía nervioso en absoluto era el estoico comisario, con su pistola bólter en la mano.

Wolfen desactivó el camuflaje. Todos se volvieron hacia él, y alzaron las armas. Y entonces comensó el ataque.

Anubis dio un paso hacia el comandante y colocó, casi con delicadeza, una mano sobre su brazo y la otra en su antebrazo. Cerró las manos y tiró. Los músculos y ligamentos se tensaron y partieron con facilidad. El antebrazo se desprendió y cayó el suelo. Anubis movió la mano al hombro de su presa y repitió la operación. Como golpe de gracia, lanzó su mano acabada en garras contra su cuello y le abrió las venas. El comandante estaba muerto.

Antes de que el cadáver pudiera siqueira empezar a caer, Wolfen extendió su brazo derecho y lo descargó con fuerza contra el guardia que había a su derecha, golpeándolo en el cuello. Con un desagradable chasquido, las vértebras se hiceron pedazos.

Una sóla de sus largas zancadas le bastó para alcanzar al siguiente. El guardia dio un paso atrás y su espalda se dio contra la pared. El puño de Anubis le golpeó en la cara y le aplastó los huesos de la cara contra el interior del cráneo.
 
El consejero fué eliminado simplemente apretando un dedo contra su sien, clavando la garra de adamantio en el cerebro y dejando caer un reguero de sangre. No tenía entrenamiento militar, y estaba tan asustado que ni siqueira se había movido.

El tecnosacerdote recibió una puya en donde debería estar su corazón. No queriendo correr riesgos, Anubis metió a mano debajo de sus costillas y arrancó de cuajo un gran pedazo de su torso, mitad carne y mitad metal. El sacerdote tuvo tiempo de disparar un par de veces con su pistola láser, dejando dos quemaduras en la armadura de Wolfen.

El último fue Jackson, que seguía desesperadamente intentando abrir la puerta. Anubis cerró las garras de su pie sobre su torso y tiró de él hacia sí. Después lo estampó contra el suelo. El peso de Anubis y la fuerza del golpe fueron más que suficientes para romper sus costillas y hacer que el contenido de su torso de esparciera por la habitación.

Dos segundos. Muy lento.

Finalmente, Wolfen se giró hacia el comisario. Siempre prefería dejar lo mejor para el final. Su expresión seguía siendo firme, aunque el labio inferior le temblaba. Levantó la pistola y descargó el cargador contra Anubis. Las pesadas balas de bólter rebotaron contra su cuerpo, si dejar mella alguna. El blindaje de adamantio sólo podría ser perforado por algo bastante más grande. Cuando se hubo quedado sin munición, Anubis inclinó la cabeza. De haber tenido músculos faciales, su expresión hubiera sido de desprecio y burla. Hizo una pausa para saborear el miedo del comisario. Por mucho que quisiera disimularlo, era evidente que allí estaba. Totalmente desamparado.

Anubis se acerca hasta él, le agarra del cuello y le alza hasta que sus ojos están al mismo nivel. "Te ha preparado tu Emperador para esto?" dice, antes de cerrar el puño y decapitarle. Deja caer el cadáver al suelo y se gira. Las negociaciones habían acabado. Ahora tendría que ir sin ser visto hasta alguna de las cápsulas de huida. O más bien, sin dejar testigos. También podría autodestruírse y no preocuparse más.

Anubis meditaba sobre las posibilidades, dando pequeños golpes a la puerta de acero. El sonido del combate no había pasado desapercibido, y podría oír que estaban intentando abrir la puerta desde fuera.

Un momento...

Wolfen se dio la vuelta. Había alguien más en la habitación,es taba seguro de ello. Apartó de su mente los sonidos del exterior e intentó centrarse en la propia habitación. Sólo se oían las gotas de sangre cayendo contra el suelo y...un leve jadeo, casi inaudible. Los armarios.

Abrió la puerta de uno de los armarios, y en su interior encontró algo que realmente logró sorprenderle, para su fastidio. Una mujer en paños menores, que llevaba lo que parecia ser una chaqueta de sargento. Durante un instante Anubis se preguntó si sería una furcia cualquiera o formaría parte de la guardia. Después se dio cuenta de que lo le importaba. Encontró más interesante la expresión de la humana. Desafiante, incluso después de haber presenciado la masacre.

Para sus adentros, Anubis sonrió f´riamente y le cortó el cuello con sus garras.

Estúpidos humanos.



Una breve historia, presentando a uno de los personajes de los Hijos de la Caída: Anubis Wolfen.

Un tipo siniestro temido incluso entre los suyos.

4 comentarios:

  1. Para la historia faltaba algún miembro del Adeptus Mechanicus (los cuales suelen encargarse de la explotación de recursos y mantenimiento de naves) y haber tenido un combate algo más reñido contra el Sacerdote (un super-cyborg a lo RoboCop/Inspector Gadget con un brazo extra).

    También, si la nave esta en la disformidad, inutilizar los motores de disformidad los dejaría en la deriva del espacio durante siglos, asesinar a los navegantes y astropatas produciría un efecto similar (luego se auto destruye y consigue otro cuerpo), a demás, de que seria menos sospechoso perder naves por "fallos" en los motores que porque aparezca toda la tripulación asesinada. Y por ultimo, aunque el comandante muera, el segundo al mando cumplirá el objetivo inicial (en vez de matar oficiales, que inutilice los motores y la nave no llegara, que es de lo que se trata).

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    1. Anubis es un personaje extraño. A menudo realiza labores de sabotaje para el Primogénito, o bien realiza 'negociaciones', estas últimas sobre todo ordenadas por el Canciller Alexander Brost, un perfecto hijo de puta.

      En este caso, sus órdenes eran 'tratar de llegar a un acuerdo'. Lo más probable es que a Alexander le importe poco si la nave llega o no a su destino. Pero encuentra entretenido enviar un asesino como Anubis a la nave. Y si ésta acaba llegando a su destino...bueno, disfrutará aniquilando a la tripulación. (Él sólo no, con ayuda XD)

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  2. Buen relato, jeje, y gracias por juntarlo con el Anubis, mi Dios favorito de los egipcios

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    1. Ah, gracias ^^ Aunque la verdad es que no estoy muy satisfecho con él.

      Por la manera en la que es Anubis, sólo podía llamarse así. Su cuerpo es un androide algo más alto que un Astates pero muy flaco, con garras en las manos y los pies, y cabeza de perro. Nadie sabe por qué escogió ese diseño.

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