miércoles, 5 de junio de 2013

Batalla!

He aquí una historia chorra que me he inventado para la batalla que yo y 3 amigos más vamos a hacer cuando acabe los exámenes. 2.000 Pts por barba.

Yo juego con Orkos (Sorpresa), junto con Necrones. Los enemigos son dos ejércitos de Tau. 
 

Imotekh, el señor de la tormenta, aguardaba pacientemente. En la línea del horizonte se empezaban a vislumbrar los elegantes vehículos tau, con sus estilizadas formas, e incluso se podría escuchar el leve zumbido de sus motores gravíticos. Pequeños seres insolentes, no sabían a quién se enfrentaban!

El phaeron se giró hacia sus tropas. Justo detrás de él, en un silencio sepulcral, sus necroguardias esperaban con paciencia infinita. Imotekh pasó la mirada por su hueste. No era demasiado impresionante, pero un ejército más grande sería excesivo. Esta era una batalla en la que pretendía disfrutar burlándose de los Tau. Poco le importaban ellos o lo que vinieran a hacer aquí.

Imotekh empezó a caminar hacia un lado y otro. Después de unos minutos, se giró hacia sus tropas y carraspeó.

"Mis leales servidores." Hizo una pausa para ver la reacción, que evidentemente no hubo. "He viajado hasta aquí en busca de una presa sobre la que descargar mi ira, después de mi última...derrota." musitó esta última palabra con notable fastidio. "Y la providencia ha decidido serme benigna. He oído hablar mucho de estos seres, de lo maravillosa de su tecnología y lo avanzado de su ciencia. Bien, he aquí que nos encontramos para demostrar la supremacia de..." bajó la voz al notar que alguien le daba unos golpecitos en el hombro.

Se giró para toparse con una sucia placa de metal con remaches.

Bajó la mirada, y vio un par de oxidadas botas de hierro.

Alzó la mirada y se encontró con la fea carota llena de dientes de un orko. Sonreía. O al menos eso parecía. Es complicado adivinar la expresión de un ser que apenas puede cerrar la boca.

"Esto..." musitó Imotekh. "te puedo ayudar en algo?"

"Zi." respondió el orko, soltando varios salivazos que rociaron la caja del necrón. "He mirao pallá." hizo un gesto bajo a los tau. "Y luego te e vitzto a ti, y he penzado...'a lo mejor laz lataz ezaz nezezitan nueztra ayuda. Zeguro que noz podrían pagar kon algo de dakka'. Azí que me azerké con miz chikoz."

Imotekh parpadeó. O lo haría si tuviera párpados. Se inclinó un poco a la derecha, y en efecto. Ahí, detrás del caudillo, había un buen puñado de orkos esperando. Aquello era inadmisible.

"Qué te hace suponer que necesito tu ayuda, estúpida aberración!" gritó el phaeron, ponéndose de puntillas. "Yo sólo me basto para acabar con esos imbéciles, y contigo también. Yo no hago tratos con seres inferiores, y menos con alguien cuyo encéfalo es del tamaño de una tuerca!"

"Ya..." murmuró el kaudillo, asintiendo lentamente. No había entendido lo del final, pero seguro que era algo malo. "A ver ké te pareze ezto..." puso su enorme manaza de manera amistosa sobre el hombro del phaeron. "Tú dejaz que matemoz a loz tau, y luego noz daz unaz armaz de ezaz ke tú tiene...ezo, o dejo que  mi rebanadora ze dé un pazeo por tuz koztillaz de lata."

Imotekh miró al enorme arma del orko. Un hacha cuya hora era casi tan grande como todo él. Sí, parecía un tanto peligroso. "Vale." dijo con un tono absurdamente amistoso. "Te daré dos docenas de rifles gauss cuando finalice la contienda."

El orko sonrió, enseñando aún más dientes. "Perfeto." A continuación se alejó caminando hacia los otros pielesverdes. "Eh, chikoz! El panoli ezte dize que bale." les gritó.

El phaeron notaba que un circuito le latía en la sien. Cómo se atrevía! Después de los Tau, ese orko sería el siguiente. Con fastidio, se giró de nuevo hacia los Tau. Ahora estaban mucho más cerca. Pronto la tampa que les había tendido caería sobre ellos y...

Por qué los orkos estaban ya avanzando?

Arruinarían su plan! Su plan perfecto y sin fallo alguno!

Con un rugido de furia, Inmotekh dio la orden a sus tropas de comenzar el ataque. Al menos llevaban la iniciativa. Algo es algo no?

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